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  • 25 marzo, 2022

Covid-19 persistente o Síndrome post-covid. ¿Qué sabemos?

Covid-19 persistente o Síndrome post-covid. ¿Qué sabemos?

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LA MAYORÍA DE LAS PERSONAS QUE TIENEN COVID-19 SE RECUPERAN POR COMPLETO, PERO ENTRE EL 10% Y EL 20% DE LA POBLACIÓN EXPERIMENTA DIVERSOS EFECTOS A MEDIANO Y LARGO PLAZO DESPUÉS DE RECUPERARSE DE LA ENFERMEDAD INICIAL.

 

Tras la primera ola de coronavirus, comenzaron a conocerse diferentes casos de personas que superaron la COVID-19 pero arrastraban diversas secuelas o síntomas: algunos seguían con pérdida del olfato, otros relataban que les costaba concentrarse y varios que sufrían un cansancio infinito. Con el paso del tiempo este conjunto de síntomas comenzó a denominarse con diferentes nombres: COVID-19 persistente, COVID-19 de larga duración (long COVID, por como se le dice en inglés) o Síndrome post-COVID.

 

Sin embargo, aún faltaba definir esta nueva condición clínica. La Organización Mundial de la Salud (OMS) propuso a finales de diciembre último una definición de la COVID-19 persistente, que fue consensuada con un amplio grupo de expertos internacionales y representantes de los pacientes y sus cuidadores. En concreto, “es la condición de salud que ocurre en personas con antecedentes de infección probable o confirmada por SARS-CoV-2, generalmente en los 3 meses siguientes al inicio de la COVID-19, con síntomas y efectos que dura al menos 2 meses, los cuales no se pueden explicar con un diagnóstico alternativo”.

 

“Esta definición es un primer paso, pero requerirá que sus umbrales, tiempo y duración se cuantifiquen aún más objetivamente con nuevos estudios”, explicó a Chequeado Joan Soriano, médico epidemiólogo del Servicio de Neumología del Hospital Universitario de La Princesa de Madrid (España), quien lideró el grupo de expertos que consensuó la primera definición de la COVID-19 persistente. Un paso clave para avanzar en la investigación, el diagnóstico y el tratamiento del Síndrome post-COVID.

¿SECUELAS O SÍNTOMAS DURADEROS?

Aunque se han descrito más de 200 síntomas, los más comunes incluyen: fatiga, dificultad para respirar, problemas de memoria, concentración o sueño; tos persistente, dolor torácico, dificultad para hablar, dolores musculares, pérdida del olfato o del gusto y depresión o ansiedad. Estos síntomas pueden ser de nueva aparición después de la recuperación inicial de un episodio agudo de COVID-19 o persistir desde la enfermedad inicial, según la definición oficial. Es decir, pueden ser secuelas o síntomas duraderos, una distinción no tan clara con el virus SARS-CoV-2 y que supone un reto en la práctica clínica diaria.

“Hay 3 cuadros principales: fatiga con otros síntomas generales; respiratorio; y trastornos cognitivos. Pero ya sabemos que los 3 pueden interrelacionarse y variar en el tiempo en el mismo individuo. Todos los síntomas y signos son preocupantes y requieren atención y cuidado, pues los enfermos que los padecen sufren. Por ejemplo, unos acúfenos [N del E: zumbido en los oídos] pueden parecer banales, aunque pueden ser muy molestos e invalidantes; o una tos crónica producir alteraciones y rechazo social”, sostuvo Soriano.

Aún se desconocen las causas de la COVID-19 persistente, pero los expertos manejan varias hipótesis: desde alteraciones en la inmunidad innata y adaptativa tras la denominada “tormenta de citoquinas” hasta reacciones autoinmunes, efectos sobre el sistema nervioso central y periférico y persistencia del virus en el intestino y otros tejidos.

MÁS CASOS TRAS ÓMICRON

Entre el 10% y el 20% de los pacientes con coronavirus presentan síntomas prolongados compatibles con la COVID-19 persistente, según las estimaciones de diferentes estudios (ver acá, acá y acá). La condición suele ser más común en mujeres que en hombres y no parece haber una relación entre la gravedad inicial de la infección por SARS-CoV-2 y la probabilidad de desarrollar una afección posterior a la COVID-19 (ver acá).

¿Se puede esperar un mayor número de casos de COVID-19 persistente tras esta tercera ola en la Argentina? “Sin duda. Las características de la variante Ómicron hace que escape a menudo a las vacunas actuales y re-infecta a muchos pacientes, con lo que hemos de seguir con las medidas de higiene universales y dar una dosis vacunal de refuerzo (booster) cuando las autoridades lo decreten”, sostuvo Soriano.

Para Enrique Baldessari, jefe del departamento de Medicina Interna y responsable del Programa de atención integral post COVID de la Fundación Favaloro, hubo un aumento de consultas en el último tiempo vinculados con la ola de Ómicron.

“Los datos que vimos, tras atender más de 2.000 pacientes en nuestro Programa, es que hay diversos síntomas por los que la gente consulta: el principal es la disnea (falta de aire), después indican: cansancio, fatiga, palpitaciones, trastornos de la memoria, tos, dolor en el pecho, dolores musculares, problemas en la piel y también ansiedad y depresión”, manifestó a este medio el especialista.

Un estudio publicado esta semana en la revista Nature, mostró además que, más allá de los primeros 30 días después de la infección, las personas con COVID-19 tienen un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular, incluidos trastornos cerebrovasculares, arritmias, cardiopatía isquémica, insuficiencia cardíaca y enfermedad tromboembólica.

SIN UN TRATAMIENTO ESPECÍFICO

Por el momento no hay un tratamiento específico para la COVID-19 persistente, y los esfuerzos apuntan a paliar los diferentes síntomas o secuelas. En la Argentina, tampoco existe un protocolo o guías clínicas para atender a los pacientes con long COVID. Los especialistas utilizan la Guía elaborada por la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia junto a otros 50 organismos y las recomendaciones formuladas por el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido.

Es clave la consulta con un especialista. Baldessari recomendó que al mes de comenzada la enfermedad los pacientes se hagan un chequeo médico. “Nosotros hacemos a los pacientes un examen de laboratorio general, una radiografía de tórax, un electrocardiograma y una evaluación clínica completa. A partir de eso vemos si hace falta hacer algún otro tipo de estudio”.

También es muy importante la vacunación contra el coronavirus. Un estudio preliminar -aún no publicado en una revista científica- realizado en Israel muestra que las personas que habían tenido la infección por SARS-CoV-2 y estaban vacunados tenían muchas menos probabilidades de tener cualquiera de una variedad de síntomas comunes de la COVID-19 persistente que las personas que no estaban vacunadas cuando se infectaron.

 

Para los especialistas, aún quedan muchos aspectos por investigar de esta nueva condición clínica. Se requiere que los servicios de salud brinden oportunidades a los pacientes para consultar y los médicos conozcan y estén atentos a pesquisar alguna complicación. En ese sentido, hay varios estudios en marcha en la Argentina que buscan indagar en las secuelas originadas por el SARS-CoV-2 con apoyo de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación que se pueden consultar acá.

 

Fuente: www.chequeado.com